Un sonriente Álvaro Ortiz posa ante la liberación de París dibujada por Paco Roca.

Álvaro Ortiz (Zaragoza, 1983) ha dejado durante unos meses su ciudad natal y su querido barrio de Torrero para trabajar en la Real Academia de España en Roma, gracias a una beca del Ministerio de Exteriores. Allí prepara su próxima novela gráfica, una biografía del pintor Caravaggio, al que considera «un tipo con una vida tremenda que merece ser contada». Mientras da forma a ese proyecto, continúa la trayectoria editorial de su última obra, ‘Murderabilia‘ (Astiberri), que durante este 2015 llegará al mercado francés de la mano de la editorial Rackham, al igual que ya hiciera la anterior, ‘Cenizas‘.

Durante el pasado mes de diciembre, Ortiz presentó ‘Murderabilia’ en un buen montón de ciudades españolas, y también ‘defendió’ Viñetas de vida‘, el tebeo colectivo de Intermon Oxfam en el firma una historieta junto a Isabel Cebrián. La última parada de la gira fue en casa, donde sacó un rato para ser entrevistado antes de visitar la exposición de ‘Los surcos del azar’ organizada por el Salón del Cómic de Zaragoza.

Ahora que Murderabilia ya lleva un tiempo en librerías… ¿Cómo has recibido las opiniones sobre el final del tebeo, quizás el punto que más controversia causa en los lectores?

Sabía que el final era complicado. Hay gente que me ha dicho que el tebeo mola, pero que el desenlace tiene muchos peros. Cuando lo hice, tenía pensado otro final distinto, más en la línea de lo que me han sugerido algunos lectores, pero…

¿Cuál era ese final alternativo?

Eso quedará para el misterio. Era una conclusión a la que consideraba que le faltaba algo, así que decidí usar la otra versión que tenía pensada. El final que ha salido publicado me parecía más divertido y chocante, pero era consciente de que podía ser más complicado y resultar raro, brusco o anticlimático, no lo sé… Bueno, aposté por esa solución y fui a por todas.

Tras ‘Cenizas’ fuiste víctima de una crisis creativa. ¿Cómo y cuándo te surge la idea de ‘Murderabilia, y qué te hizo creer que esta sí era la historia que querías contar?

Partía de varias ideas previas. Quería hacer un libro que fuera una enciclopedia, al estilo de las páginas de la historia de la cremación que inserté en ‘Cenizas’. Aquellas páginas al principio las metí para romper la historia, pero me gustó mucho cómo quedaron y pensé en hacer un cómic completo siguiendo ese concepto. Así que la primera idea que me vino fue dibujar un libro sobre la historia del asesinato, que al final no hice, pero quedó en parte. La otra idea era la historia del tipo que tiene los gatos y va a venderlos. Y había una tercera idea en la que estaba ya esbozado el final de la obra. A todo esto sumé la trama de un escritor que no sabe qué escribir, y que era en cierta manera una autoparodia sobre mi crisis creativa y mis ansias destructivas, que duró año y medio.

¡Año y medio! Nadie lo diría, no parece haber pasado tanto tiempo entre ‘Cenizas’ y ‘Murderabilia’…

Entre que se publicó ‘Cenizas’ y me puse con ‘Murderabilia’ pasó año y medio justo. Fue un momento crítico, porque además pensaba que, cuando saliera del atasco creativo, aún me costaría dos años acabar y ver publicado un nuevo tebeo. Por eso, cuando tuve clara la historia, me metí de lleno y traté de cerrarla pronto, porque me quemaba el culo y quería pasar a otra cosa.

¿De dónde viene esa fascinación por lo macabro? ¿Demasiadas noches con Íker Jiménez en el transistor?

No soy ningún experto ni fanático del tema, pero me hace gracia y me interesa el morbo y curiosidad que despiertan los psicópatas y asesinos en serie. Me servía como hilo conductor para contar algo divertido. No me interesaba hacer una novela negra sobre un asesino en serie, si no abordarlo desde el punto de vista de la fascinación y la cultura popular que genera. Que un señor que ha matado a 47 personas y las ha troceado tenga una legión de fans que lo adoran y le mandan cartas me parece que tiene un punto bastante grotesco.

Sin embargo, el personaje del coleccionista macabro de ‘Murderabilia’ es un tipo bastante normal y afable, supongo que es algo intencionado.

Claro, alguien completamente normal puede sentir fascinación por los psicópatas. Una cosa no quita la otra. Daniel Ausente me decía que el problema del final de ‘Murderabilia’ es que rebate esta idea, que ambos compartimos.

En un momento dado de ‘Murderabilia’ se ve que los violentos y agresivos son los habitantes del pueblo, no el coleccionista… ¿Tienes algún trauma rural?

No, ninguno. La figura del cabrón del pueblo siempre ha estado ahí. En realidad, el coleccionista representa al forastero que llega a un lugar en el que es recibido como un completo extraño.

A pesar de que hay sexo, ‘Murderabilia’ no es una historia de amor. ¿Cómo te verías en ese registro?

¡’Murderabilia’ es una historia de amor! Otra cosa es cómo acabe… He hecho cinco tebeos hasta ahora, y en este me apetecía tocar el amor.

Pero es un romance un poco chungo…

Ahí hay una historia de amor. Bueno, o no. En este cómic hubieran pegado unas escenas de sexo raro, con cadenas, latigazos y rollos turbios. Pero lo que hay son momentos de sexo muy de estar por casa, polvetes rápidos y a seguir currando. Aún así, tienen su parte de amor…

No te veo muy convencido (risas). ¡Pues en algunas dedicatorias pongo «con cariño, esta comedia romántica para fulano»!

¿El contraste entre el tono macabro de la historia y tu estilo ‘bonito’ era algo premeditado?

Bueno, es mi estilo, no lo puedo cambiar. Era consciente del contraste entre forma y fondo, y me lo he pasado pipa usando tonos rosas para sacar tripas y sangre. Además, si esta historia la hubiera dibujado de otra manera, soy el primero que no se la creería. Si hubiera usado un dibujo más realista, propio de una historia de terror, sería una filfa, no tendría sentido.

Gatos en la portada… No sé si ya te has visto en el trance de ver ‘Murderabilia’ colocado en alguna gran cadena de librerías junto a algún tebeo infantil o similar.

No he tenido ocasión. Pero el otro día me contaba un mozo que lo había visto en una librería de cómic y lo había dejado correr pensando que era «una mierda de gatitos», sin darse ni cuenta que era mi nuevo tebeo. A mí me hacía gracia intentar atraer a la gente con el rollo «ay, qué monos los gatitos» y que luego se encontraran con la sorpresa en el interior, pero nunca pensé que habría a quien le echara para atrás.

A algunos les gustaría verte haciendo una obra autobiográfica, pero te has mantenido fiel a lo que a ti te gusta contar, más cercano al una novela de planteamiento, nudo y desenlace.

En los dos últimos libros he querido contar una historia ‘clásica’, que apetezca seguir leyendo, con sus trampas y giros de guión para atrapar al lector. En el fondo, todos mis cómics tienen varias ideas y un montón de elementos, pero a mí lo que me interesa, y es lo que tiene dificultad, es hilar todo eso dentro de una historia más o menos clásica que resulte agradable leer hasta el final. Es lo mismo que voy a intentar en mi nuevo tebeo, que aunque sea una biografía va a ser una historia con principio y final.

¿Piensas mucho en el lector cuando escribes tus tebeos?

No pretendo gustar a todo el mundo, porque hago lo que me apetece. Quiero aportar algo, no hacer lo que se ha hecho mil veces. En eso no voy a ceder, no tengo intención de hacer cosas concretas para resultar más comercial. Pero claro que me interesa que el lector se quede contento, que lo que cuento le resulte asequible y que llegue a cuantos más lectores mejor.

También te has mantenido fiel no solo a tu estilo de dibujo, sino a tu planteamiento de página y distribución de viñetas.

Llegué a esta forma de trabajar un poco por casualidad con ‘Cenizas’, porque necesitaba meter más viñetas por página para que el cómic no ocupara 500 páginas en lugar de 180. Ahora me resulta muy cómodo, me gusta el resultado y me sirve para mantener el ritmo de la historia, que es la parte que más trabajo. En el fondo todo consiste en dosificar información, tanto a nivel visual como a nivel narrativo; contar algo.

¿Tu distribución en retícula es irrenunciable?

Antes sí que hacía cosas con viñetas inclinadas al estilo manga, pero ahora no me sacas de la retícula ni a tiros. Alguna vez lo he intentado y no me gusta el resultado. No podría hacer un tebeo con cuatro viñetas por página.

Entre ‘Cenizas’ y ‘Murderabilia’ hay un evidente salto cualitativo en cuanto al dibujo, algo que tú mismo señalas. ¿A qué lo atribuyes?

En el dibujo interviene por un lado la tecnología, ya que me he pasado al digital y para algunas cosas es más cómodo. Hay quien piensa que con esto se gana tiempo, pero en realidad lo que gano dibujando una cosa lo pierdo en otra, como en meter más detalles por viñeta. Creo que ya que el dibujo es esquemático y naif, meter más detalles le da más consistencia. Ahora veo páginas de ‘Cenizas’ y digo «hostia, aquí estaba yo poco fino…».

En redes sociales sueles despistar diciendo que vas a realizar historias de samuráis, odiseas espaciales… ¿Te verías realmente haciendo eso?

Ahora estoy trabajando en la biografía de Caravaggio, pero la siguiente historia, que ya la tengo en la cabeza, va a ir un poco por ahí: acción, aventura… No me apetece repetirme. En realidad, después de ‘Cenizas’ quería hacer una historia de ciencia ficción, pero al final no me salió. Me salían historias dentro de un ambiente ‘ciberpunk’, pero que en realidad iban de mafiosos y gente que se daba de hostias, que no tenían nada de ciencia ficción.

‘Cenizas’ y ‘Murderabilia’ sí comparten muchos elementos.

En ‘Murderabilia’ no quería repetir cosas respecto a ‘Cenizas’ y quería que no se parecieran en nada, pero al final la historia me lo pedía. Así que sí tiene cosas recurrentes, como los moteles, los paletos americanos…

Malmö Rodríguez… ¿Por qué les pones estos nombres a tus protagonistas?

Busco que el cómic no transcurra en ningún sitio, dar pistas contradictorias al lector de dónde se sitúa la trama. En ‘Cenizas’ ya hice lo mismo, que cada uno tuviera un nombre distinto, de manera que no se pudieran ubicar en un lugar concreto.

Ya has adelantado de qué ira tu próximo tebeo… ¿Por qué una biografía de Caravaggio?

¿Por qué no una biografía de Caravaggio? Fuera bromas, era un señor que pintaba increíble, muy revolucionario para su época, y con una vida tremenda. Eso había que contarlo, y llevo años queriendo hacerlo. No lo había hecho antes por pereza de meterme en un cómic histórico que lleva mucho trabajo de documentación, pero ahora estando en Roma es el momento.

Aquí la trama, por así decirlo, te viene dada, pero va obligarte a un gran trabajo de investigación.

No soy historiador, así que me supone mucho curro conseguir que el tebeo quede fiel a la época y refleje el momento que vivió Caravaggio. Y luego también me va a requerir mucho esfuerzo elegir e hilar bien los momentos de su vida que me interesan.

¿Va a ser una biografía al uso, siguiendo su vida en sentido cronológico?

Sí, recogerá desde que Caravaggio llega a Roma hasta que se tiene que ir y vive en el exilio.

Supongo que tu estancia en Roma es fundamental para este trabajo.

Totalmente. Estoy viviendo en la ciudad donde se desarrolla más de la mitad de la historia, donde puedo encontrar los palacios en los que vivió o visitar la barbería donde se iba a atizar al barbero, que en la actualidad sigue siendo una barbería. Así que me estoy documentando sobre el terreno.

Durante estos días de vuelta a España, has mostrado tu asombro por la calidad de los tebeos que se han editado últimamente.

Llevaba tres meses sin leer tebeos, y lo que me he encontrado a mi regreso, cuidado, poca broma. Lo último que leí antes de irme fueron ‘Las Meninas’, y ahora me he leído ‘Inercia’ de Antonio Hitos; ‘Bella Muerte’, de Kelly Sue DeConnick y Emma Ríos; ‘Versus’, de Luis Bustos… Cosas muy potentes.

¿Han cambiado tus influencias desde empezó tu carrera? Al principio mirabas mucho a Joann Sfar…

Reconozco que antes prestaba atención a cómo lo hacían los demás para copiarles cosas que me gustaban, pero ahora ya no lo hago. Lo que sí que he mantenido es que procuro leer de todo, desde Sfar y toda la tropa francesa a americanos como Clowes o Seth (bueno, este es canadiense), pasando por cosas de cómic europeo o manga. Hasta he intentado leer superhéroes, cosas que antes no leía. Estoy muy abierto a un montón de influencias. Pero creo que no tengo una influencia clara, un autor que puedas decir que es mi referente. Sfar siempre ha sido uno de mis autores favoritos, pero sus tebeos y los míos no tienen nada que ver.

¿Y en cuanto a literatura? En ‘Cenizas’ la referencia a Paul Auster era clara.

No leo tanta literatura como me gustaría. Pero sí puedo decir que los escritores de los que más libros he leído últimamente son Raymond Carver y Roberto Bolaño.

¿Y series de televisión?

Se suelen citar mis influencias cinematográficas, porque creo que son más claras. Me gusta el cine independiente y pseudoindependiente americano. Me encantan los hermanos Cohen. Pero soy muy mal cinéfilo, solo veo el tipo de películas que me gustan. En cuanto a series, veo todo lo que puedo.

¿Alguna apuesta comiquera para el futuro?

Me ha flipado lo que ha hecho Antonio Hitos con ‘Inercia’, su primer tebeo, y espero mucho de Javi de Castro. Cristina Daura también tiene que sacar libro este año y seguro que es un pepino. Y espero también lo siguiente que hagan Mamen Moreu o José Domingo. Nunca había habido tanta gente en España haciendo cómic tan interesante, y eso no se puede discutir. Y punto (risas).